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Esta es nuestra primera Navidad sin ti, pero sigues estando en nuestro corazón.

La Navidad es la fiesta más hermosa del año. Estamos en tiempo de Adviento, preparándonos para la Navidad. Fiesta grande y hermosa, que significa mucho para casi todo el mundo. Incluso aquellos que no tienen casi nada que ver con nuestra tradición cultural festejan las «fiestas».

A mí me gusta mucho, mucho mucho la Navidad, y toda la ilusión que genera en los niños. La reunión familiar, el cariño de la gente que nos quiere, las comidas con «sabor a Navidad» (en el hemisferio sur comiendo comidas hipercalóricas 😬).

Los regalos que los niños esperan con toda la inocencia, que vienen del Niño Dios a través de los padres. El preparar los adornos navideños (ya solo el olor de las cajas del pesebre y el árbol me hace sentir bien). Todo muy bonito, ¿verdad?

Pero la Navidad no siempre es hermosa para todos En muchas familias, lo que pesa en el corazón son los lugares vacíos en la mesa. La nostalgia de un tiempo ido, mucha gente sufre en Navidad. Pienso en las personas que no tienen una casa, una familia, un techo donde cobijarse, y mucho peor, un corazón que los reciba.

Pienso en las personas privadas de la libertad. Pienso en los que acaban de perder a un ser querido y tienen que enfrentar la primera Navidad sin esa persona. Pienso en los que están pasando por una enfermedad crónica o grave o tienen alguna persona querida internada en cuidados intensivos.

Pienso en los que están distanciados, peleados y disgustados y que no son bien recibidos en sus propios hogares. Pienso en toda la gente que sufre y para los que la Navidad es una fiesta difícil, complicada, triste, con sabor amargo y que quisieran que pase rápido.

Festejar con huecos en la mesa (y en el corazón) La publicidad que hoy te comparto gira en torno a esto: una familia que festeja la Navidad con algo que parece una excentricidad. El padre de familia propone a sus hijos y a su esposa usar unos abrigos navideños francamente feos. Sin mitigaciones, los abrigos son feos. Y a medida que van creciendo en la familia son cada vez más reticentes a usar los abrigos ridículos que el padre propone.

La publicidad es muy breve, pero dice muchísimo: la adolescencia, la vida adulta, nuestros padres envejeciendo hasta que de pronto nos encontramos con que la Navidad anterior fue la última de mamá o papá, y tenemos que prepararnos para una Navidad con ausencias.

La resolución de la publicidad es hermosa: el hijo varón, que era el más rebelde para usar los abrigos, ve la tristeza de la cara de su madre y su hermana, y decide «revivir» a su padre utilizando esos abrigos que tanta furia le provocaban antes.

Y entonces, aun con algunas lágrimas pueden pasar por encima de la nostalgia, recordar con alegría al que ya no está, y tener un festejo navideño tan hermoso como cuando Papá presidía la mesa con sus propuestas navideñas ridículas.

La Navidad no se trata de nosotros. ¿Se trata de los otros? Cuando festejamos, es frecuente que nos centremos mucho en lo que nos pasa, en cómo estamos anímicamente. Todas las fiestas nos obligan a «poner al mal tiempo buena cara», pero si acabamos de pasar por algo muy doloroso, o tenemos una situación difícil, entonces podemos excusarnos y no ir a la fiesta.

Pero la Navidad es una fiesta casi «obligatoria». Si tenemos familia, o alguien que nos quiera, tenemos que ir a los festejos, y es casi obligatorio que estemos bien, o que al menos finjamos estar bien durante las horas que estamos en el agasajo.

Y por eso es que a muchas personas se les hace difícil estar en un festejo obligatorio y fingir cosas que no sienten para satisfacer a personas que muchas veces no soportan. La Navidad puede ser muy difícil por esta razón, y hay mucha gente que desea que pase rápido. Nos «colguemos nuestras sonrisas falsas» y que luego la vida siga con más o menos hipocresía.

La Navidad se trata solamente de Jesús La publicidad que hoy te comento, como muchas publicidades en torno a la Navidad tiene un gran ausente: ¡Jesús! ¡En la Navidad nos juntamos a celebrar el nacimiento de Nuestro Señor y no otra cosa! Si ponemos el eje en nosotros mismos, es posible que la pasemos mal. Si ponemos el eje en los otros, nos va a costar mucho fingir un estado de ánimo que no tenemos. Pero si ponemos la mirada en Jesús, entonces todo se hace más llevadero. «Todo lo puedo en Aquél que me conforta» (Fil 4, 13). Para esta época en especial te recomiendo el curso online «Conocer a Jesús para vivir en Jesús».

¿Tenemos una pelea en la Familia? ¡Llevémosla al Niño Dios! ¿Tenemos a alguien que se ha alejado de nosotros? ¡Pongámoslo en las manos de Mamá María! ¿Hay divisiones en nuestra familia? ¡Pues dejemos que la Sagrada Familia se haga cargo!

Si dedicamos de veras el tiempo de Adviento a sanar nuestros corazones, si ponemos a Jesús en el centro de la Navidad, y nos preparamos espiritualmente para su nacimiento, entonces sí es posible que Jesús nazca en nuestros corazones. Si Jesús pudo nacer al lado de un buey y un burro, ¿Cómo no va a nacer dentro del corazón del burro más grande que soy yo?

Prepararse para amar El tiempo de Adviento y el tiempo de Navidad son tiempos especiales para dar amor. Si podemos tener la actitud de Jesús, que siendo rico se hizo pobre, y que siendo Todo se hizo casi nada, entonces tendremos garantizada una Navidad plena de alegría y amor.

El papa Francisco dijo el domingo pasado, primer domingo de Adviento: «Jesús nos exhorta a estar preparados para su venida […] velar no significa tener los ojos materialmente abiertos, sino tener el corazón libre y orientado en la dirección correcta, es decir, dispuesto a donar y a servir. El sueño del que debemos despertar está constituido por la indiferencia, por la vanidad, por la incapacidad de instaurar relaciones genuinamente humanas, de hacerse cargo del hermano solo, abandonado o enfermo».

Como propósito para este tiempo podríamos ponernos a rezar por aquellos que nos hirieron. O pedir perdón a aquellos a los que nosotros herimos. Visitar a los presos en la cárcel o visitar a los enfermos en los hospitales. Ser nosotros mismos «un poco Jesús», y llevar su mensaje de paz, de amor, de reconciliación para que esta Navidad sea verdaderamente una Santa Navidad.

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