Muchos de los jóvenes que llegan a las consultas conocen el VIH, pero sobre el resto de infecciones de transmisión sexual prácticamente no tienen conocimiento ni de qué son, ni de cómo se transmiten.
La Dra. Alicia Comunión Artieda, dermatóloga en el Centro de prevención de ITS y Sida del Ayuntamiento de Madrid, en España, habla para Vida y Salud tras haber coordinado recientemente un simposio denominado “Actualización en ITS” en el 49 Congreso Nacional de Dermatología y Venereología, celebrado en Málaga.
En esta reunión científica, los expertos mostraron su preocupación por el aumento de casos de infecciones de transmisión sexual. A excepción del VIH (virus de la inmunodeficiencia humana, que causa el SIDA) cuya incidencia se mantiene estable en los últimos 5 años, los nuevos casos de la mayoría de enfermedades de este tipo van en aumento.
La Dra. Comunión insiste en que muchos de los jóvenes que llegan a su consulta conocen el VIH, pero sobre el resto de infecciones de transmisión sexual prácticamente no tienen conocimiento ni de qué son, ni de cómo se transmiten. Muchas de estas se contagian por contacto directo, por lo que el preservativo debe estar bien colocado desde el principio de la relación. “Si existen penetraciones sin preservativo, aunque no haya semen de por medio, puede haber contagio de clamidia o gonococo, por ejemplo. Es por eso que se debe colocar antes de la primera penetración”.
¿Qué es la clamidia?
La clamidia es la enfermedad bacteriana de transmisión sexual más frecuente. Está causada por la bacteria Chlamydia trachomatis. Aunque puede infectar a cualquier persona, es mucho más frecuente en mujeres que en hombres, especialmente en las menores de 25 años. Esta bacteria a puede afectar al cuello del útero (en las mujeres), la uretra, el recto o la garganta en ambos.
Uno de los principales problemas de esta enfermedad es que, en general, no suele presentar síntomas, por lo que puede pasar desapercibida durante mucho tiempo. Lo peor es que las personas que la tienen la pueden ir contagiando y que, a pesar de no manifestar síntomas al principio, esta infección a largo plazo puede desencadenar problemas de salud importantes.
En las mujeres, por ejemplo, una infección por clamidia no tratada de forma adecuada puede propagarse al útero y afectar a las trompas de Falopio, causando enfermedad inflamatoria pélvica. Esta afección puede ocasionar daños permanentes en el sistema reproductor y provocar problemas como dolor pélvico crónico, infertilidad y embarazo ectópico.
Cuando aparecen, los síntomas en las mujeres pueden incluir:
Sensación de ardor o dolor al orinar
Flujo vaginal anormal, con un color o textura diferente y puede tener un fuerte olor
Dolor durante las relaciones sexuales
Dolor abdominal bajo
Náuseas
Fiebre
Secreción o sangrado anal
Los síntomas en los hombres pueden ser:
Secreción anormal del pene
Sensación de ardor al orinar
Ardor o molestias alrededor de la abertura del pene
Dolor e inflamación de los testículos
Dolor rectal
Secreción o sangrado anal
Pero así como puede aparecer alguno de estos síntomas, o más de uno, también es posible que la infección sea totalmente asintomática. Es decir, que la persona se encuentre aparentemente bien. Es por ello que la mejor forma para prevenir más contagios, tratar los casos de forma adecuada y cortar la cadena de transmisión, es la realización de pruebas diagnósticas de forma frecuente.
¿Cómo podemos prevenirlo?
En España, al tratarse de una enfermedad de declaración obligatoria, se tienen datos sobre su incidencia. Según detalla la Dra. Comunión, el porcentaje anual de aumento de casos de clamidia entre el año 2016 y el 2019 ha sido de un 34,5%. Esto preocupa a los expertos, que insisten en que es indispensable el uso del preservativo, bien puesto, desde el principio de la relación sexual. Pero, además, es muy recomendable hacerse pruebas diagnósticas de forma activa aún sin la presencia de síntomas si se tiene una vida sexual activa, se ha tenido alguna práctica de riesgo o se cambia de pareja.
“Es importante que los médicos pensemos de forma activa en indicar esta prueba a nuestros pacientes y que ayudemos a crear consciencia sobre la importancia de ello, especialmente en las personas más jóvenes”, indica esta especialista.
La clamidia se diagnostica mediante una prueba de laboratorio. Lo recomendable sería, en una persona con una vida sexual activa y especialmente si no tiene una pareja estable, realizar una prueba al año para descartar la presencia de ésta y otras infecciones de transmisión sexual.
Gonorrea y sífilis, también en aumento
Otra de las ITS que también están en aumento es la gonorrea. Esta infección, también conocida como infección gonocócica o gonococo, afecta más a los varones entre los 20 y 24 años. El aumento de casos en España entre los años 2003 y 2010 se sitúa en un 25,2%, detalla la Dra. Comunión.
Esta enfermedad también puede pasar desapercibida, aunque es un poco más sintomática que la clamidia cuando afecta a la uretra, “pero, por ejemplo, en los hombres que tienen sexo con otros hombres, esta infección puede afectar a la faringe y, en ese caso, suele ser asintomática también”. Además, un problema añadido que presenta esta enfermedad es que la bacteria se va haciendo resistente a los medicamentos disponibles, por lo que es necesario ir cambiando de tratamiento.
Entre los posibles síntomas de la infección gonocóccica están:
Aumento de la frecuencia o urgencia urinaria
Dolor y ardor al orinar
Secreción anormal del pene
Abertura de la uretra roja o inflamada
Testículos sensibles o inflamados
Dolor de garganta
Por su parte, la sífilis suele afectar más a las personas mayores de 35 años y sus síntomas son más frecuentes. Suele manifestarse en forma de erupción cutánea, generalmente en las palmas de las manos y plantas de los pies. Además, puede incluir otros factores como:
Úlceras llamadas alrededor de la boca, la vulva o el pene
Verrugas en los genitales o pliegues de la piel
Fiebre
Malestar general
Según comenta la Dra. Comunión, en algunos países, como Estados Unidos o Reino Unido, es común que se hagan pruebas diagnósticas de estas infecciones a las mujeres menores de 25 años. En los países en los que no hay programas de este tipo, es aún más importante que los médicos de familia y los ginecólogos tengan presente la necesidad de descartar la presencia de estas infecciones en sus pacientes. Y, también, que los jóvenes que realizan prácticas de riesgo tengan en mente comentarlo con su proveedor de salud.
Muchas de estas ITS disponen de tratamientos específicos, por lo que el mayor reto en realidad consiste en detectarlas de forma oportuna y en esta labor están implicados no sólo los médicos, sino también las escuelas, las familias, los psicólogos y los medios de comunicación.
“Yo creo que hay que aumentar y mejorar la educación afectosexual en el colegio, en las familias, con los médicos. En este aspecto todavía hay mucho que hacer. Y lo que está demostrado es que dar formación e información a las personas les ayuda a tener un mejor conocimiento de cómo poder tener una vida sexual sana. La información empodera a las personas y les ayuda a tomar mejores decisiones”, concluye la Dra. Comunión.
Por Karla Islas Pieck
Vida y Salud Media G
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